Mesa tres.
Afuera la escarcha de junio.
Sobre la mesa tres un
café sin azúcar
frente a una taza de
chocolate, para él.
Ni el perjurio distrae el azote de las miradas.
Lágrimas que bajan el
velo de la mentira.
No fue espontáneo el aborto,
confiesa Virginia.
Se apagó la luz del amor sembrado.
Ya no hay madre y
el apellido de José
fue una quimera.
Aquel engaño enmudece las preguntas.
José apoya en sus labios el
filo de la taza con
aroma de razones confundidas.
La borra del café
pide perdón, el vapor
del chocolate lo derrite.
Se secan las palabras y humedecen las miradas.
La mesa tres se
inunda de silencio.
El vacío ahoga los
ojos de la mujer.
Y los pasos del
hombre se alejan resquebrajando
el hielo.
Jorge Nocetti Ruiz
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