EL CUMPLEAÑOS DE DOÑA
LETICIA
Eran las once de
la mañana de un fresco domingo
otoñal.
Nelson, recién llegado limpiaba y ordenaba meticulosamente los utensilios de pesca.
En la casa no
había nadie. Su
esposa y su hija ya
no estaban.
No había sido un
buen día. Desde
las siete de la mañana en
la Escollera y tan sólo
un pejerrey. Minutos antes de decidir
poner fin a la espera empezaba
el pique. La pesca siempre fue su devoción pero él
se tenía que ir.
Su consuelo fue no volver con las
manos vacías.
Luego de haberse afeitado y bañado,
ya casi el
mediodía, el timbre
del teléfono avisaba que alguien quería comunicarse.
-¿Nelson? ¿Vas al cumpleaños
de tu suegra, no?-
-Buen día Martínez. ¿Cómo estás tú? Yo ya estoy
pronto. Hasta me
perfumé para ir al cumpleaños de la señora madre
de tu esposa
también.
-Está bueno que te hayas perfumado porque me imagino que fuiste a
la Escollera. Y con ese aromita no vas a ir a hacerle
honores a Doña.
Siempre el mismo alcahuete
Nelson. Te gustan los
mimos de la vieja. Vas a
ser un calzonudo de las mujeres toda tu
vida. ¿No?
Tu mujer y la gurisa ya se fueron ¿verdad?
No te esperaron,
ahora tenés que arreglártelas solo viejo,
y garanto que hasta te dejaron
algún fardo pa
que lleves. Y todavía el muy cornudo que tiene auto porque se rompe el
culo laburado como esclavo, se toma
el bondi ¿no?
-Sabes que no,
ellas me dejaron
el coche para que pudiera
disfrutar un rato
mas de la pesca
y sobre la
cama tendida, mi ropa
estirada y la camisa planchada
en una percha.
-Te están cagando Nelson. Cuando una
mina te trata así es porque tenés
mucha guita y le bancás los
caprichitos o porque
anda en otra,
abrí los ganchos
viejo. A que dos
por tres va
a la peluquería,
se afeita las gambas, se compra calzones nuevos, modernos de esos
de medio culo
afuera. O aparece con algún
perfume de esos eróticos
que venden en las oficinas públicas donde explota el currito ese de telefonista. ¿Acaso crees
que es pa vos? ¿Alguna
vez se los puso pa revolcarse contigo? Tené cuidao, después no digas que
no te avisé, guarda
al piojo, ¿Ta?-.
-Maria Elena y
Elenita se fueron temprano,
porque iban a hacer tallarines caseros, de los que le que le gustan a
su madre. Fueron en taxi porque llevaban muchas cosas, así
pasaban por tu casa y levantaban
a Maruja que les
iba a ayudar. ¿Tú no estabas?-
-No, me rajé temprano
papá, sabés que
aquella apola hasta
tarde. Los pica piedras jugaron de mañana. Y no me hablés de fútbol que
volví re-caliente con el maldito
cuervo. Nos cagó descaradamente el hijo
de puta.
Si, Marujita se fue a tomar
la teta y el marido
ahora se tiene que
buscar ropa para cambiarse,
porque no me dejó nada pronto.
Pero se va a joder,
voy a ir así, como vine
de la cancha.
Así que te dejó el
coche che, te
dio un dulce pa comprarte.
¿Venís o no?-.
-Tranquilo Martínez, está todo
en orden, puedes
pensar lo que quieras. Yo estoy de acuerdo que se haga el
gusto y sea coqueta, me gusta verla
linda.
Paso por la confitería, compro unos
bombones y después te voy a buscar. ¿Está bien?-
-Está bien, está bien, hacé
lo que quieras.
Yo no tengo
apuro-.
Nelson compró bombones y pasó por la florería.
La casa de la suegra quedaba a mitad
de camino de
la de Martínez.
Fue a buscar a su con-cuñado y volvió
para el cumpleaños.
Martínez ya había cerrado su casa
y esperaba parado en
la vereda. De camisa de manga larga con
los puños remangados y por fuera del
pantalón debido a
su pronunciado abdomen. Un cigarrillo
en la boca, el
suéter al hombro y
las manos en la cintura.
-¡Ya era hora viejo!.
Yo muriendo
de hambre y el señor perdiendo el tiempo por ahí. Mi
mujer no fue capaz de
dejarme aunque más
no fuera un pan con queso y dulce.
Nada.
Pa que mierda compraste flores si
la vieja no
las puede ver,
de lambeta no mas.
¿Y cómo te fue con la cañita? ¿Habrás ido al pedo como siempre, a abrir
la boca como los
otros viejos? A que no sacaste nada-.
-Un pejerrey. Disfruté igual, volví
satisfecho. Una mañana
de pesca para
mí es una terapia contra el estrés. Vas, te
sientas, miras el mar,
respiras aire fresco,
te renuevas espiritualmente. Calmas los nervios,
quedas mansito, de buen
humor, deberías probar-.
-Dejáte de joder. Te
aburrís como un
hongo. Te cagás de
frío por nada y
volvés jediendo a pescao
podrido, andá…
Me pudro si voy.
Ey, espera. ¿Acaso estás insinuando que yo soy nervioso,
que tengo estrés y
mal humor?
Justo, mírate bien. ¿Quién habla?
¡Tú sí necesitas eso! Porque
sos un sometido. Estás contenido porque en
tu casa las mujeres no te dejan ni
abrir la boca. Claro que tenés
que ir por aire fresco. Porque vivís
ahogado, oprimido por las
mujeres, dejá. Bueno, capaz que ellas te cagan
a pedos y
te mandan a
pescar pa que no jodas,
pa poder achatar el culo sin que
las molestes-.
-Al menos las tengo contentas,
satisfechas, y eso me hace
feliz-.
-¿Qué querés decir? Ahora
le vamos a
preguntar a la Maruja a
ver si está
desconforme con el maridito
que tiene. No
tiene nada que
decir. ¡No le falta nada!
¡Sarna pa rascarse le falta! Porque yo le doy todo lo
que una mujer necesita.
¿De qué se puede quejar?
Yo la trato
bien, fijáte, está gorda
como una chancha, es una bacana ¿qué mas
quiere?. Eso sí,
alguna vez que
he llegado del laburo y no tiene la comida pronta,
se ha ligado algún que otro boleo en el
ojete, pero bue, se
lo merece ¿no?
Si está desconforme
te
juro que no la
entiendo-.
-Tranquilo Martínez, las mujeres no son para entenderlas, son para quererlas.
Llegamos-
Martínez bajó del auto de
Nelson en la calle y
fue derecho a la cocina. Entró a
la casa llamando a Maria
Elena para que
le abriera el portón
a su marido.
-Acá llegó Martínez mi suegra
¡Feliz cumple!- le gritó al pasar.
¡Qué bien huele ese tuquito,
vengo loco de
hambre! Menos mal que
no vinieron temprano a rascarse
el culo, algo
hicieron.
Me imagino que la abuela les
habrá hecho aprontar
un aperitivo para su
yerno. Por lo menos ésa
atención me merezco por haber venido ¿no? O
tengo que esperar que sirvan al que tiene guita
y viene con
flores y bombones-.
¿Qué hacés Elenita? Vos también estás con
la onda de
peluquería y maquillaje. ¿Ya estás
queriendo guerra con
quince años? Bue
tendrás a quien
salir porque mi cuñadita, ella siempre está pronta pal golpe.
Ta bien, el
tipo se va de
madrugada y vuelve a medianoche, que mierda. Cansao como un
bicho no le quedan fuerzas
pa cumplir.
Maria Elena recibió a su esposo con un beso y del brazo
entraron a la casa dirigiéndose a la sala donde
estaba doña Leticia.
-Mamá, Nelson te trajo flores-.
Antes que la anciana
contestara, Nelson se
inclinó dándole un beso
en la frente y puso su cara
para que la homenajeada lo besara. Doña Leticia agradeció el gesto con una
caricia desde su
silla de ruedas.
Nelson puso sobre
sus piernas los chocolates. Como también es ciega, le
tomó la mano
derecha y le hizo sostener la caja de
bombones. Mientras ella con la otra mano se
acercaba las rosas para apreciar su aroma.
–Que tenga muy feliz
cumpleaños Abuela-.
Jorge Nocetti Ruiz
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