LIBERADO
Eran casi las doce. Como
desde hace varios
años, don Mario
se disponía a pasar al comedor, donde almuerzan
los de buena
conducta.
En un rincón
de la celda, una
pequeña palangana. El hombre acostumbraba a mojarse
las pocas canas
que le quedaban. Por tradición se sentaba a comer
bien peinado.
El puerta llegó antes
esta vez. Él
no estaba listo.
-Ya
voy- Contestó.
-¡Juntá los harapos
que te vas viejo!.
-¿Me vinieron a buscar? ¿A dónde
me llevan?-
-Nadie, estás libre nada
más.
Y entonces don Mario,
ocultando una tibia
alegría fue despidiéndose de todos con quienes se cruzaba.
Le entregaron el anillo,
el cinturón y la billetera, a la que solo
le quedaba la foto
de una muchacha
bonita y el documento. Pidió llamar
a su casa
para que lo buscaran.
Quizás nadie supiera.
En principio le quedaban todavía
más de dos años.
La voz de una grabadora
le indicó que
ese número ya no existía. Tampoco los celulares,
ni al abogado
halló.
La última vez que
vino su mujer,
hizo un año,
fue para reprocharle.
Para culparlo por la adicción a las drogas en
que había sumido
su hija adolescente
y su trágico final.
El policía burlándose le dijo:
-Ya no existís viejito-.
Caminó durante
horas sin rumbo, sin
dinero, sin esperanza,
tampoco dignidad. Llegó hasta la escollera
y se sentó a
esperar el ocaso,
en la última piedra.
El abogado recién llegado del exterior,
confirmaba en la mañana siguiente
que se había levantado el embargo
contra don Mario.
El Banco americano reconoció al final
que fue un error administrativo. El hombre era
inocente del fraude y le repondrían
sus bienes, habría indemnización.
–Le voy a devolver las ganas
de vivir al
hombre- Dijo al comisario.
Y que lo tendría
que preparar, porque además
su esposa hacía
un mes que
estaba internada, grave, con
cáncer de páncreas.
-Su
cliente fue liberado
ayer, doctor-.
En la Prefectura
del Puerto, un pescador de amanecer entregaba lo que
había encontrado. Al final de
la escollera junto a
un par de zapatos de hombre:
Una billetera vacía, con
un documento y la foto de
una muchacha bonita.
Jorge Nocetti Ruiz
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